Fui la tarde y el poniente,
Y la lágrima que derramó la primera luna;
Fui el ojo ciego de quien busca
Un único paraíso;
Fui ese imposible pájaro
Que a veces habla entre silencios y tumbas;
Fui una sombra entre las otras,
Que cruzó las ansiadas calles,
Cierta esquina extraviada,
La puerta de la casa de una mujer,
Y la línea del mar infinito.
Caminé bajo la lluvia y escribí cartas,
Poseí y abandoné las cosas,
Leí los libros que ya olvidé,
Fui la palabra, y fui la música
Y, más que todo aquello, fui el tiempo,
el infatigable tiempo.
En esta hora invisible
Soy una ausencia y también un misterio.
Y la lágrima que derramó la primera luna;
Fui el ojo ciego de quien busca
Un único paraíso;
Fui ese imposible pájaro
Que a veces habla entre silencios y tumbas;
Fui una sombra entre las otras,
Que cruzó las ansiadas calles,
Cierta esquina extraviada,
La puerta de la casa de una mujer,
Y la línea del mar infinito.
Caminé bajo la lluvia y escribí cartas,
Poseí y abandoné las cosas,
Leí los libros que ya olvidé,
Fui la palabra, y fui la música
Y, más que todo aquello, fui el tiempo,
el infatigable tiempo.
En esta hora invisible
Soy una ausencia y también un misterio.
Fuente: Panorámica Del Observador, José Ignacio Alonso, Literatura , Poesia, nos reservamos los derechos
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