Un anciano, que tenía un grave problema de miopía, se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo para defender sus controvertidas opiniones.
Tan pronto entraron en la sala, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo:
- El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto.
El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo".
Tan pronto entraron en la sala, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo:
- El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto.
El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo".
¡Qué peligrosa es la arrogancia! Casi tanto como la ignorancia. ¡Muy bueno! :)
ResponderEliminarJa,Ja! Ingenioso relato. Muchas veces, aùn siendo jòvenes, actuamos como el ancianito criticòn, y lo que veces en el otro es lo que somos nosotros.
ResponderEliminarTe dejo un cordial saludo Adriàn.
Me corrijo Adriàn, es lo que VEMOS en el otro y somos nosotros, son nuestras falencias, en definitiva.
ResponderEliminarUn cordial saludo, otra vez y disculpa el error.
@Mariela Marianetti
ResponderEliminarEstas mas que disculpada, estimada amiga, es el espejo de la arrogancia y como bien decís, la frazada de errores intentan cubrir lo que ella crea.
Siempre es un agrado y un placer leerte Mariela.
Que los debates sean sagrados.
Un gran saludo.
Adrián buen post...a veces la arrogancia del ser humano es tan grande que no le deja ver proyectada su propia imagen. Un besote. Uru.
ResponderEliminarAdrián,muy buen día!!!!!!me encantó este relato...,para no caer en esto deberíamos andar por la vida con nuestro propio espejo frente "nuestro" las 24 horas...,pasa que no sé si llamarlo arrogancia,siento que cuando vemos nuestras propias miserias se la endilgamos a otros...,el ser humano tiene mucho instinto de conservación....qué mejor entonces que poner la reponsabilidad fuera de uno....
ResponderEliminarGracias ,y besos Adrián.Que tengas el mejor día!!!!!
Ambar...
La prepotencia y la arrogancia es lo que tiene:nos surgen espejos por todos lados.
ResponderEliminarUn abrazo,Adrián
Muy buena historia, también se describe un grado de necedad que encierra nuestro pensar y que hasta puede nublar nuestra realidad.
ResponderEliminarL.
@Felipe
ResponderEliminarHola, Felipe, de solo imaginar la situacion nos parece tan lejana y complicada de manejar que hasta creemos que no nos pasa, pero son defectos que podemos regular teniendo una perspectiva amplia,
Un abrazo!
Muy bueno Adrián!
ResponderEliminarPara reflexionar y mucho.
Los espejos internos... Los espejos que reflejan el verdadero ser que levamos dentro.
Y a veces, como el anciano de tu relato: nos muestran las miserias del ser humano.
Repito. Muy bueno!!
Un fuerte abrazo.
Bife,
@bifeancho
ResponderEliminarTe agradezco, lo lindo de estos temas es que son controversiales, y en este caso, tuvimos muchas coincidencias en los comentarios-debates, en los cuales estas incluido.
Un abrazo.
Hola Adián,
ResponderEliminarMuy buen relato.No estaría mal que sepamos vernos desde a fuera.Así seguro que dejaríamos de ser tan crítico con los demás.
Un abrazo.
@sagitaire17
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo, compañero!
Esa es la esencia!
Un abrazo!
Que gran lección de modestia, le dió su mujer.
ResponderEliminarBesos
Nela
Hola Adrián.
ResponderEliminarExcelente entrada. Nos deja una importante enseñanza.
* Cuando puedas date una vuelta por mi blog. Allí hay hay algo para ti.
¡Besos!.
Buenísimo post amigo Adrián, no ayuda a reflexionar. Aunque también creo que lo malo no es la arrogancia, lo verdaderamente malo es no saber que la tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo Adrián
Que historia mas buena, y menuda lección para ese hombrecillo. Suele pasar que vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro, un saludo!
ResponderEliminarPues le estuvo muy bien, desde luego que sí. Un abrazo.
ResponderEliminar@SOLEDAD BENÏTEZ
ResponderEliminarMuchas gracias por permitirte unos instantes de reflexión!
Me pasaré y te estaré comentando,!
Besos!
@Jorge1270
ResponderEliminarMe atrevería a decir, que hasta ella es la que nos produce que desconozcamos su existencia, es un círculo difícil de regular. Buen punto, Jorge.
Abrazo.
Este breve relato es ideal para mucha gente soberbia y de doble moral que no duda en señalar los errores ajenos.
ResponderEliminarSiempre he pensado que para criticar hay qye tener la lengua larga y la cola corta...
Besos, mi querido amigo