Levedad

I

Me pregunto si hay algo de mí en esta habitación, o solo estaré en parte;
(Todas mis partes son inútiles en la noche)
Una bocanada de ser sale de mí y dicto las palabras ruinosas, urgentes, rígidas y muertas como una cruz.
Fatigosa es la espera, y también incierta;
Pero yo descanso en unos versos; yo, tan liviano como una ausencia y tan ansioso como el agua de la lluvia.
Así me disipo en el fervor del silencio.

II

No importa el infinito de la ciudad; no importa el ajetreo de las almas abandonadas.
Yo no soy una unidad;
Mis partes se dispersan en el viento, el humo, la humedad de la llanura y en el furor de ese río.
No, yo no me encuentro más en esta habitación que en una próxima esquina que no puedo ver.
Aquí también es allá, también es la calle de piedra, es el mar empujando la orilla, es un rincón del sueño.

III

Siempre la noche se rompe en la madrugada; pedazos que el tiempo no curará nunca;
Yo los junto minuciosamente, y espero formar las constelaciones.
Nada vuelve a su orden pretérito; pero ejerzo el trabajo, como quien sabe que el tiempo debe llenarse de alguna manera.
Entre las cosas vanas que imperan en el día, está el mísero recuerdo de la tarea.

Recoger los trozos, y ser los trozos.

Volver a las últimas horas y desarmarse como una lágrima, pero no ser una tristeza.

Ser una bocanada de vida, y no ser la vida. Habré de irme si el viento lo desea.