La sensación de tranquilidad, paz y cielo abierto suele ser añorado por los habitantes de las sociedades que pertenecen a las grandes ciudades. Dado que el progreso y el desarrollo suele ser en punta, todo se encamina hacia arriba y los cielos pierden su belleza natural. A quien no le ha pasado de ver un campo, una montaña, un río, una playa en una fotografía de alguien cercano y nosotros transmitirle nuestras ganas de estar allí, seguramente producto del encierro que engloban grandes torres edilicias o simplemente una oficina.
Hace un tiempo mostraba en la entrada "Las luces del mundo" como se veía encendido de noche nuestra Tierra y nuestro amigo-autor Sargento Pepper (o L., como quieran llamarlo) percibía en su relato "Como es que nadie sabe" sobre aquellas emociones que se dejan de lado cuando mantienen a una sociedad confundida y aturdida y decía:
"Cómo saber quienes somos, si fingimos ser lo que otros también fingen ser. ¿Alguna vez viste la Luna sin pensar en las estrellas? ¿Alguna vez sentiste el viento sin pensar en usar abrigo? "

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Que sería de nuestras musas cuando alcemos nuestra vista y observemos un rascacielo por cada metro cuadrado...
Fuente: Texto, Adrián J. Messina.
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